En nuestra cultura, tan mediterránea para lo bueno como para lo que no lo es tanto, no está instaurada la costumbre de la previsión.
Solo nos hacemos chequeos médicos cuando nos duele algo, notamos alguna anomalía o nos aparece un bulto sospechoso. El mismo “modus operandi” es el que aplicamos a nuestra planificación financiera; con muchísima frecuencia, la persona que pide consejo para planificar y gestionar su patrimonio lo hace cuando le “duele” la economía o detecta una deuda sospechosa.
La prevención es la madre de la salud física y económica. Retrasar la visita al doctor o al planificador solo puede empeorar las cosas; nunca mejorarlas. La edad tampoco es condicionante, las necesidades y deseos pueden variar con los años pero, sean cuales sean los objetivos, lo que no se previene desemboca en situaciones graves.
Hacerse un chequeo financiero, además, no duele, no consume mucho tiempo y el único efecto secundario que se le conoce es comenzar a dormir mejor. El mejor momento para ponerse en marcha es cuando no pensamos que tenemos que hacer algo. No obstante, si ya somos conscientes de que tenemos que tomar cartas en el asunto, el consejo es no retrasar la consulta ni un solo minuto.
Cuida tu cuerpo y tendrás una vida de mayor calidad y mas duradera. Cuida tu economía y tendrás una vida mas brillante, sin sobresaltos y pudiendo hacer realidad muchos de los sueños que anhelas.